noviembre 9, 2023

¿Qué se yo sobre un ensayo?

Por Andrés Gauffin

Escribí este ensayo para mis estudiantes de Periodismo Político. Lo comparto.

¿Qué sé yo sobre un ensayo?

Durante mucho tiempo llamé1 a mis escritos «artículos», o «columnas», siguiendo la terminología que se manejaba en el diario El Tribuno donde había trabajado durante años. Allí también había escrito -lo mismo que otros compañeros- otras cosas que el diario llamaba con el pomposo y feo nombre de «informes especiales»,

Unos años después de haber dejado el diario, leí algunas citas de Miguel Montaigne, escritor francés del siglo XVI que me encantaron, y esto me llevó a comprar su libro «Ensayos». A pesar de que tiene cerca de mil páginas, lo leí entero en pocas semanas

Se atribuye a Montaigne la «invención» del género de ensayos. Su etimología latina lo relaciona con el acto de pesar algo, pero en el francés, tiene más el significado de intento, de prueba.

El libro «Ensayos» es una colección de artículos, de ensayos, algunos de una página, otros de 70 páginas, en los que Montaigne toca muchos temas y ensaya, valga la redundancia, su propia representación del mundo, de su vida, de las relaciones sociales.

Por ejemplo, uno de los que más me impactó en su momento es un extenso ensayo llamado «Apología de Raimundo Saabunde», en donde desarrolla una idea central: la proximidad entre el mundo animal y el mundo humano. «No se si yo juego con el gato o el gato juega conmigo», dice en un momento. Me mejoró, complejizó, la relación con mi gato.

No recuerdo ahora mismo que haya tocado en algunas de esas 900 páginas el tema del «poder», pero me parece que la obra de Montaigne se entiende en el contexto del renacimiento cuando, con Maquiavelo, se empieza a reflexionar sobre esa forma de relación, y se lo humaniza. El poder ya no viene de la divinidad, más bien es un arte humano.

Montaigne de ninguna manera es un revolucionario. Digamos que él se somete a los reyes de su momento en Francia, pero conserva la libertad de su pensamiento. El inclina la rodilla frente al rey en señal de respecto, pero no le da la cabeza. En sus ensayos hace eso, discurre muy libremente sobre todos los temas. Entonces, su obra sí tiene que ver mucho con el poder, aunque no nombre explícitamente la palabra. El ensayo es su forma de relacionarse en el poder. Al poder le contrapone su libertad de pensamiento.

Me gustó tanto esta forma de pensar y de escribir, que comencé a llamarle ensayos a mis «artículos», creé el «ensayos.com.ar» para difundirlos, y hasta publiqué el libro «Ensayos de madrugada», que es una colección de ensayos que había publicado en el sitio, y algunos más que escribí para el libro.

O sea, me la paso ensayando. O me la paso probando. O intentando.

Claro, todos anhelamos llegar a la verdad. Y la palabra «ensayo» parece que proviene más bien de un escéptico, de esos que creemos, desde el sentido común de esa palabra, que no hay verdad.

Pero el escéptico que hace ensayos no asegura que no hay verdad. Asegurar que no hay verdad es como una contradicción. ¿Es verdad que no hay verdad? No, el escéptico Montaigne parte de un pregunta, «¿Qué sé yo?». Por un lado, esa pregunta parte del reconocimiento de la propia ignorancia. La respuesta a esa pregunta siempre será: «muy poco», o sea, «sé muy poco». El escéptico es el que sabe que sabe poco, no el que asegura que no hay verdad.

Ahora, se trata de una pregunta cuya única respuesta no es que se sabe poco. Es una pregunta-invitación a investigar, como dijimos en el taller de investigación e insistimos en la materia de periodismo político.

En general los poderes -económicos, políticos, ideológicos, o los que sean- nos llegan con su racimo de verdades. En las palabras del diccionario de Bobbio, el punto A de la relación logra ejercer el poder cuando B asiente a la verdad que le propone.

Bueno, Montaigne le propone al término B que no asienta sumisamente esa verdad, que ensaye sus propias versiones. Que partiendo de la conciencia de su propia ignorancia -reconocerlo no le hace mal a nadie, muy al contrario- ensaye sus aproximaciones a la verdad, o ensaye sus verdades.

El ensayo es un desacato al poder. Y es un intento de ejercer el propio poder.

«¿Qué se yo?», me pregunté alguna vez sobre el caso de Luciano Jaime, el periodista asesinado en febrero de 1975 en el Encón. Esa pregunta me llevó a preguntar, a ir a los archivos, a pensar, a relacionar datos. Poco a poco me dí cuenta que tenía para un libro y lo escribí. «Noticia urgente sobre Ragone» es un ensayo, es un desacato a la verdad que se estableció sobre el crimen. Y también el artículo, perdón, el ensayo «11 de marzo de 1976», incluido en «Ensayos de madrugada».

El ensayo tiene algo de provisorio, no es la obra misma, es un ensayo de la obra

Como no es la obra misma, en el ensayo puedo seguir un guión, pero me puede permitir algunas libertades, porque no es la obra.

Con esas libertades, quien ensaya recurre a distintos recursos y los combina con cierta espontaneidad. Se dice que le género ensayos admite en sí mismo muchos géneros. Y sí. Aquí mismo podríamos poner una poesía, de hecho vamos a terminar con una especie de poesía. Aquí mismo hice un pequeño relato de cómo comencé a usar la palabra ensayo.

Supongo que, en teatro, el ensayo no es el cumplimiento exacto del guión, es la exploración de las posibilidades del guión. Bueno, en teatro hay un guión, pero en periodismo no lo hay: el ensayo adquiere posibilidades infinitas.

El ensayo no es la bajada de saberes previos. No es una ficha que nos permite mostrar lo que sabemos. El ensayo es una exploración a partir de nuestras propias preguntas. De nuestras propias preguntas que no vamos a esperar que nos las responda el famoso término A.

Así que vamos a terminar con una canción de Joan Manuel Serrat que siempre me ha gustado mucho. Y que habla un poco de todo esto, aunque no sé si conoce a Michel de Montaigne. Les pego también el video.

NO ESPERES

Canción de Joan Manuel Serrat

No esperes que un hombre muera
para saber que todo corre peligro,
ni a que te cuenten los libros
que están tramando ahi fuera.No esperes a que te den los planos
para satisfacer tu curiosidad,
ni a que el aire también sea de pago
para gozar el placer de respirar.No esperes por peste, suerte
seguirás a su merced
mientras haya gente que
trafique con la muerte.No esperes de ningún modo
que se dignen consentir
tu acceso al porvenir
los que hoy arrasan con todo.No esperes a que se acaben
para desear las cosas más que nunca
ni a responder las preguntas
cuando los otros se callen.No esperes el consentimiento
ni a que te proporcionen un manual
ni a que el horóscopo te sea propicio.