mayo 3, 2024

El infierno de los asalariados

Por Andrés Gauffin

Hay una forma de dimensionar por anticipado el pensamiento del presidente argentino, sin necesidad de ver los videos de su histrionismo de mal gusto a media luz, ni de escuchar las intervenciones libertarias en el Congreso. Ni de leer su libro a base de inteligencia artificial.

Y es que la revista digital «The international man» del vecino de Cafayate Doug Casey, socio del senador nacional Juan Carlos Romero, es un compendio esclarecedor de las ya antiguas verdades anarcocapitalistas que Milei repite con más fervor que las de la Torá.

Casey llegó a la Argentina en los años 90 para enriquecerse con especulaciones financieras e inmobiliarias y encontró en el senador nacional Juan Carlos Romero el socio perfecto con quien fundar el country Estancia Cafayate y la financiera Lorohuasi.

Desde su publicación viene informando desde hace años a quien quiera leerlo cómo fugar el dinero de su país de origen para protegerlo de las garras del Estado, y se ofrece como guía para abrir cuentas off shore.

Un «héroe» desconocido pero ejemplar pues, como hace unos días le dijo Milei a un auditorio de empresarios, a ese podio llegarán lxs argentinxs si fugan su dinero a paraísos fiscales.

Precisamente, el núcleo duro del pensamiento del presidente argentino, «el Estado es una organización criminal dedicada al robo», viene siendo predicado por Casey desde antes de los 90, cuando apoyó al candidato presidencial por el partido Libertario Ron Paul, también menor del Tea Party, promotor de la eliminación de la Reserva Federal de Estados Unidos.

La lista de las coincidencias de Milei con Casey pasan también por la fervorosa fe en la inteligencia artificial, el desprecio por la cultura musulmana, y la idea de que hay que huir del dólar -Casey- y del peso, -Casey y Milei, como del diablo, es decir de cualquier moneda emitida desde la maldita clase política.

Por eso tal vez sea necesario leer a Casey, para dimensionar hasta dónde puede llegar el desprecio de Milei por la educación formal -especialmente la universitaria- y el del trabajado remunerado.

En un reciente artículo sobre lo «el nuevo sueño americano» publicada en The International Man, su entrevistador le preguntó qué le aconsejaría a alguien de clase media que no quiere ser derribado a la clase baja. Casey respondió.

«Primero y más importante, no vayas a la universidad a menos que necesites un título STEM: ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas.

Ir a la universidad hoy no hace más que asignar mal cuatro años de importancia crítica de tu vida, endeudarte permanentemente (alude al sistema norteamericano) y corromper tu mente con las ideas idiotas que los profesores y las administraciones marxistas meten a los estudiantes. Edúcate tu mismo. Lee constantemente.

A continuación, trabaje para convertirse en autónomo, no para “conseguir un trabajo”. No querrás depender de un trabajo que te dé otra persona. Y ahorre dinero, pero no ahorre en dólares fiduciarios. Ahorra en oro. Cuando tengas suficientes ahorros, aprende a especular e invertir.»

Siempre habrá dirigentes del PRO, ahitos de principios y enunciaciones republicanas que, presentándose como defensores de las universidades, se prestan a la campaña libertaria por las auditorías. Pero sólo hacen de disfraz de cordero de un lobo que en realidad quiere destruirlas, sobre todo si son estatales, porque a juicio del más puro anarco capitalismo que profesan Casey y Milei, sólo forman marxistas a expensas del robo. Del robo no al Estado, sino del robo que el Estado perpetra a las clases adineradas.

Así que, arréglate como puedas, edúcate por tí mismo y desconfía sistemáticamente de tus docentes, que pretenden corromperte con ideas inútiles o nocivas.

Tal es el resumen de la filosofía educativa anarcocapitalista.

Algún día la docencia argentina se percatará cuán hondo es el desprecio -a pesar de los bellos sentimientos de la gente de PRO- que le tiene anarcocapitalismo , una de cuyas banderas históricas es el derecho de educar a los hijos en la propia familia y el de no ser obligados a mandarlos a la escuela.

La misma cita de Casey también puede servir para entender la ideología de fondo de la reformas laborales que impulsa el gobierno libertario y la gente de PRO a través de la ley de Bases, recién aprobada por Diputados.

Según Casey, el objetivo de mínima para un integrante de clase media que no quiere desbarrancarse a la clase baja es la de no aspirar a un trabajo remunerado, y el de máxima, enriquecerse con inversiones y especulaciones.

Y es que en la Argentina anarco capitalista de Casey y Miley, quienes decidan aferrarse a un trabajo asalariado deberán entender de movida que estarán condenados a la clase baja.

Si insistes en ser un asalariado, aguántate los miseria de los hospitales públicos, y la educación de tus hijos en escuelas desahuciadas y con docente que corrompen las mentes de tus hijos. Y confórmate con un trabajo y un pan absolutamente provisorios.

Sólo desde ese desprecio por el trabajo asalariado los libertarios y la gente de PRO pueden impulsar una ley que obligue a lxs trabajadores a ahorrar para pagarse a sí mismos la indemnización al momento en que su empleador decida despedirlo: es uno de los tantos precios que tiene que pagar por haber decidido ser un asalariado.

Así que si el hombre y la mujer de clase media que quieren al menos mantenerse en esa posición tienen que ser de ahora en más un empleado de sí mismo , gente de bien que así consigue ahorrar algún dinero para después convertirse en un inversor y especulador.

Donde invertir es comprar oro para lograr una rentabilidad a mediano plazo y especular es comprar y vender bitcoins para enriquecerse a corto plazo. Esas cosas para las que es un obstáculo estudiar historia o literatura, e incluso ciencias económicas en universidades infectadas de marxistas.

En los bajos fondos de la ciudad distópica de los anarcocapitalistas cumplen su merecida condena de miseria quienes se emperran en mantenerse con un trabajo asalariado. Pero una pequeña franja de clase media aterrorizada de caer a la clase baja, deberá luchar con lograr su autonomía con el bello sueño -en realidad pesadilla- anarcocapitalista de enriquecerse repentinamente mediante especulaciones financieras.

El filósofo Byung-Chul Han pintó así esta última fase de la violencia capitalista.

«En el lugar de la explotación ajena aparece la autoexplotación. El sujeto de rendimiento se explota así mismo hasta desmoronarse. En este sentido la violencia y la libertad son lo mismo. La violencia se dirige a uno mismo. El explotador es el explotado. El verdugo coincide con la víctima. El burnout es la forma de aparición patológica de esta libertad paradógica».

Quienes logran esos prodigios de la libertad viven en lo alto de la ciudad libertaria.