septiembre 12, 2023

Anarcos top avanzan desde Cafayate

Por Andrés Gauffin

A pesar de que predice desde hace años el colapso del dólar, el anarcocapitalista norteamericano Doug Casey, socio del senador nacional Juan Carlos Romero, celebró los votos que sacó Javier Milei en las Paso, en un artículo en el que ya lo da como presidente de la Argentina y vaticina que acabará con el Estado.

El vino torrontés podría dejar de ser el principal producto de Cafayate para el país y el mundo.

Y es que desde un club de campo creado por Casey y Romero en la margen derecha del río Lorohuasi , desde hace años se fabrican y difunden los tópicos anarcocapitalistas que circulan ahora en las redes a propósito de la campaña presidencial.

«Estancia Cafayate» no es un country más de la clase adinerada de Salta. En su página principal se presenta como una «comunidad internacional» en la que personas de todo el mundo encuentran un relajado estilo de vida en el que combinan sus inversiones inmobiliarias, en bitcoins y en minería con torneos en sus 18 hoyos de golf, o en sus canchas de polo, con vistas a los cerros calchaquíes.

Aunque allí se han afincado un par de familias salteñas, el núcleo más conspicuo y expuesto de los habitantes de esa comunidad internacional se compone de sudafricanos, canadienses y estadunidenses que, como Casey se lo pinta, encuentran en Cafayate su reducto de paz y prosperidad en un mundo al «borde de un colapso económico «

No es una casualidad que algunos de sus habitantes hayan llegado en medio de la pandemia, pero no para aislarse del COVID, sino de los gobiernos de sus países que con esa excusa han «ahogado sus libertades personales». Y es que para Casey y quienes le siguen, el Estado es el gran enemigo, y su propia libertad, su único interés.

A través de su página web «The international man», en la que acaba de publicar su panegírico del candidato presidencial de La Libertad Avanza, el socio de Juan Carlos Romero también pasea su desprecio por los histéricos del COVID, por los «parásitos» que viven del Estado, por la «criminal» clase política de todos los países, por los transexuales, por los ambientalistas, y por las víctimas de cualquier dictadura de América Latina.

Y también declama sus loas a Pinochet y a sí mismo, en partes iguales.

En esas páginas puede entenderse de primera mano, y no en la despeinada versión argentina, lo que significa el «anarco capitalismo» que el norteamericano ya celebra en la Argentina.

Una primera dificultad debe afrontar quien se adentra en el pensamiento de Casey. Y es la de comprender cómo un «especulador» de fama internacional que pregona que el dólar se desplomará de un momento a otro puede promocionar en Argentina a un candidato cuya mayor propuesta es la dolarización de la economía del país.

En efecto, hace años que Casey aconseja a los argentinos invertir en oro, en tierras para cultivo o en bitcoins pero no en dólares, por la simple razón de que, según sus predicciones, Estados Unidos se encuentra al borde la guerra civil.

Por esa y otras razones todos los «extranjeros» que posean dólares querrán devolverlos, más temprano que tarde, a ese país: una bomba a punto de estallar, pues ya no hay oro en el Tesoro de Estados Unidos que los respalde.

Pero el apoyo a un candidato presidencial que busca activar esa bomba en la Argentina es sólo una de las tantas imposturas de su pensamiento.

Antes de venir a la Argentina, Casey se había ganado alguna fama en Estados Unidos con su libro «Invertir en crisis», que le proponía a los norteamericanos aprovechar los países en crisis para hacer grandes fortunas en poco tiempo y con escaso riesgo.

Retomaba así un difundido tópico que circulaba ya entre los «especuladores» norteamericanos – a los que El Tribuno se empeña en llamar «inversores»-, atribuido al barón de Rothschild que aconsejaba que cuando corre sangre en un país había que ir a comprar propiedades e invertir, nunca huir.

Pero Casey entendió que no podía sacar el máximo rédito de su cuidada imagen gurú especulador sin trabajar políticamente al mismo tiempo. Lo hizo apoyando primero la candidatura presidencial del libertario Ron Paul, cuyo rabioso discurso de derecha anti casta y pro mercado sin límites es capaz de hacer creer a los libertarios que Donald Trump es, en realidad, un hombre de izquierda.

Y no es una exageración. En uno de sus artículo en «The international man» Casey califica al «señor» Trump como un «tradicionalista».

De hecho, inicialmente el panegírico que Casey publicó en su sitio estaba ilustrado con la foto de un serio Milei posando sobre la bandera de Gadsden, que ya había adoptado el Tea Party: la serpiente de cascabel enroscada grita «no me pises», una frase que resume la idea de la exaltación total de la libertad personal y de un gobierno mínimo.

La bandera fue utilizada también en ocasiones por supremacistas blancos, y tal vez el hecho de que muestra a las claras el origen ideológico de Milei en la vertiente más violenta de la derecha de Estados Unidos haya sido motivo para que The International Man después cambiara la imagen por una más amigable.

Pues bien, o mal, Casey se congratula que Milei sea en Argentina incluso más radical que Ron Paul en Estados Unidos, y rechace el «engaño» del cambio climático y se haya mostrado crítico con la «histeria» del COVID.

No era de extrañar que el olfato especulador de Casey se activara después de que corriera sangre en la ruta 34 de Salta y en la Plaza de Mayo de Buenos Aires, en 2001 y le señalara la Argentina como el lugar donde debía «invertir» con el objetivo de obtener fortunas en poco tiempo y con escaso riesgo.

Así, mientras no dejaba de lanzar sus anatemas contra cualquier clase de político, no tuvo reparos en aliarse al entonces gobernador, Juan Carlos Romero, con quien emprendió en 2006 la construcción del Club de Campo para hospedar a su comunidad internacional de hombre libres y especuladores.

Luego, en 2011 constituyó con la empresa Estancia el Carmen de su socio Romero la sociedad Lorohuasi Hotel con el objetivo de hacer negocios con bonos y títulos públicos, pese a su desprecio por los papeles emitidos por el Estado.

Y mientras predicaba que el Estado es su gran enemigo, sin ruborizarse utilizó muchos recursos que el Estado argentino le puso a disposición: por empezar, rutas para que transiten él y los camiones que abastecen a su club, construidos con los impuestos que, como libertario, no quiere pagar en Argentina. También seguridad. También salud: la de ellos mismos y la de sus empleados. Y por su fuera poco, también Romero.

(Disgresión: nunca invite a Casey y su amigos a un asado a la gorra. Después de comerse tres chorizos, dos tiras y repetir helado, a la hora de repartir los gastos denunciarán que el dueño de casa lo quiere esquilmar y se marcharán sin pagar un solo peso. O bitcoin)

Pero tal vez la mayor impostura de Casey y de sus aliados locales (antes se los llamaba cipayos) sea la de denunciar como criminal al Estado sólo porque les quiere cobrar impuestos, pero evitar al mismo tiempo calificar de criminales a los funcionarios de un Estado que secuestró, desapareció y mató a miles y miles de personas en Argentina. Además de apropiarse de bebés de madres a las que había asesinado.

Y aún más. En un artículo sobre «la crisis argentina», que elogia la presidencia de Mauricio Macri aunque lamenta también que no hubiera echado los suficientes empleados del Estado, el socio de Romero asegura que la Argentina necesita «algo así como un Pinochet», para ordenar su economía.

El anarco capitalista amigo de Romero admite que el dictador chileno mató a un par de miles de personas. Pero agrega: «eso es una lástima, aunque la mayoría eran comunistas».

Más explicito es su odio contra las víctimas de la represión cuando escribiendo sobre lo que él y el resto de los libertarios llama «guerra sucia», se refiere a los desaparecidos de la dictadura inaugurada por Videla.

En un artículo que rememora los días «dorados» de Argentina (se entiende que sea su mejor color) y explica porqué ahora el país es una ganga, asegura que «las 15 mil o 30 mil» personas que desaparecieron en los años de la dictadura eran «políticamente poco confiables».

Punta de lanza de la libertad que busca avanzar en la Argentina, Casey ´les señala así a sus discípulos argentinos hacia dónde deberían llevar sus tópicos sobre la represión. Ya no simplemente se trata de negar que fueron 30 mil, como lo acaba de hacer el periodista más atento a los intereses de Romero, Francisco Sotelo, sino también la sugerir que merecían ese destino.

No es necesaria mucha imaginación para ver a Casey, a Romero y a Macri -quien al menos dos veces se hospedó en Estancia El Carmen- conversando sobre esos tópicos entre hoyo y hoyo de la cancha de golf del club de campo, y sobre cómo lograr que avance su libertad en este parte del continente.

La libertad, por supuesto, de hacer grandes negocios financieros o inmobiliarios aprovechando la crisis del pais y las debilidades del Estado.

La libertad de aprovechar sin pudor y al máximo todos los recurso del Estado al mismo tiempo que la de difundir ´por las redes que el Estado es el enemigo de todos los habitantes del país.

La libertad de especular con tierras y hacer explotaciones mineras y agrícolas sin ningún tipo de control ambiental y sin pagar un solo impuesto.

Y la libertad de hacer circular por las redes y los perfiles falsos todo tipo de fake news, prejuicios y discursos de odio, mientras ensalzan el promisorio futuro de la inteligencia artificial y los robots -que como hasta ha predicho el mismo Milei- administrarán Justicia.

Pues Casey, no solo se parece a los pastores televisivos por las predicciones del apocalipsis, que el libertario norteamericanos llama «colpaso». Uno de los términos que más se repite en sus artículos, siempre antes del clásico «vengan a mi que yo les diré cómo afrontarlo», del clásico manual del manipulador.

No. Casey también anuncia en sus artículos -como un pastor la tierra prometida- la buena nueva del gobierno de la inteligencia artificial sobre los seres vivos, de los ciborg, mitad hombres y mitad robots guiados, que harán realidad «los sueños más locos de la humanidad».

Y como prueba de que así es , el «entrevistador» de Casey le dice que le ha encargado a una plataforma de inteligencia artificial que escriba un poema sobre el mismo anarco capitalista amigo de Romero.

Y claro, «The international man» lo transcribe.

Después de elogiar a este hombre rico e ingenioso, que ha hecho una fortuna con la minería y el sector inmobiliario, verdadero creyente de la libertad personal, el poema elaborado por la inteligencia artificial culmina así:

«Brindemos por Doug Casey, un verdadero pensador. Que sus ideas y conocimientos perduren para siempre».

¿Escuchan el chi chin de Romero y Macri?