julio 6, 2023

¿Quiénes eran los gauchos?

Por Andrés Gauffin
Foto de Gustavo Buteler

¿Quiénes eran los gauchos? , se pregunta la historiadora Sara Emilia Mata en uno de los últimos capítulos de su libro «Los gauchos de Güemes», publicado en 2008.

«Quiénes eran», no «quiénes son»: el lector cae en la cuenta que los gauchos pertenecen fundamentalmente al pasado y no sólo porque las guerras de independencia concluyeron poco después de la muerte de Güemes…

Los gauchos eran, responde la misma Sara Mata, paisanos salteños y jujeños que provenían en su mayoría de cuerpos de milicias que Güemes, durante 1814 y 1815, había incrementado con pequeños propietarios de tierra, arrenderos y agregados que no separaban la patria que invocaban de sus expectativas vinculadas a su condición social.

Es decir, eran paisanos, trabajadores de los campos, que luchaban por la patria, pero con tierra y con reconocimiento social. Patria sí, pero «con ellos adentro» para utilizar un anacronismo terminológico, que tanto nos gusta a lxs periodistas.

«Los gauchos reclamaron entre otros derechos el de acceder a la tierra sin pagar arriendos, o la protección de sus pequeñas propiedades especialmente en el Valle de Lerma, donde la tensión entre los ganaderos e invernadores de mulas y los pequeños productores era muy marcada…», asegura Sara Mata.

Pero durante décadas, a gobiernos y élites de la provincia no les interesó en absoluto la pregunta por el «quiénes eran». En cambio, prefirieron responder a la pregunta por «quiénes son» los gauchos.

Así, multiplicaron imágenes ideales, estereotipadas y ahistóricas del gaucho, capaces de dar cuenta de una identidad esencial e inmutable del salteño típico, identidad que, por supuesto, nada tiene que ver con sus condiciones sociales y económicas ni con las tensiones por la tierra o, mejor, que contribuyen a encubrirlas.

Numerosos trabajos de otras investigadoras de la Universidad Nacional de Salta han dado cuenta de cómo esos modelos ideales que responden a la pregunta de «quién es» el gaucho, sirven al dedillo a los intereses de las clases dominantes de Salta.

Clases dominantes, sì, porque que las hay, las hay, así nos traten de convencer de que todxs lxs habitantes de esta provincia estamos fundamentalmente hermanados y uniformados por el poncho rojo.

Además de Juan Manuel Urtubey, que se disfrazaba de gaucho cada 17 de junio, fue el ahora ex gobernador Juan Carlos Romero quien contribuyó no sólo a idealizar al gaucho, sino también a la misma tierra con que se relaciona.

Según una extendida campaña de su gobierno ilustrada con el poncho rojo, el salteño era aquel que se enorgullecía «de haber nacido en esta tierra», pero nunca el que reclamaba derecho sobre el puñado de tierra en el que vivía.

Que semejante campaña se difundiera mientras funcionarios y amigos del gobierno llevaban adelante escandalosos negocios inmobiliarios que contribuyeron a concentrar la propiedad de la tierra sólo hizo más verosímiles los postulados de las investigadoras de la UNSa.

Hasta las mismas campañas políticas son utilizadas ahora para difundir entre los votantes la imagen de «quién es» el gaucho, lo que significa «quién es el salteño» y por supuesto cómo debe comportarse.

Un botón de muestra fue la campaña para la reelección de Gustavo Sáenz, quien no dedicó un sólo segundo para explicar cómo haría en su nuevo perìodo para reducir las desigualdades sociales, pero sí difundió en las redes la imagen del poncho para enseñar al salteño que debe ser humilde y trabajador, y hacer todo por su familia y sus amigos, es decir, reducir sus vidas al entorno inmediato de sus afectos. Asì «es» el gaucho.

Y que por supuesto debe «amar esta tierra». Pero una tierra super idealizada, que sólo tiene entidad poética, con perdón de lxs poetas.

Si -según la descripción de Sara Mata- los gauchos «eran» paisanos para quienes la patria por la que luchaban era la patria que, según sus expectativas, les iba a garantizar un pedazo de tierra para vivir y trabajar sin pagar arriendos ni rendirles pleitesía a los propietarios, desde hace algunas décadas las élites gobernantes se empeñan por convencer a sus gobernadxs que el gaucho «es» humilde, cantor, buenazo con sus amigos, viste poncho rojo, y sólo se relaciona con la tierra de una manera idealizada.

¿No era previsible que con la cesión de tierras de la Puna salto-jujeña y de sus ríos subterráneos a favor de las mineras para la explotación del litio, se magnificara esta imagen del gaucho idealizado, que sólo tiene una relación idealizada con una tierra también idealizada?

Qué puede esperarse entonces de un precandidato presidencial de Juntos por el Cambio -Horacio Rodríguez Larrenta, perdón Larreta- que viene a Salta sólo a sacarse una foto vestido de poncho rojo, como en la noche del 16 de junio.

El jefe de la Ciudad de Buenos Aires -al lado de un gobernador que tantos lamentos ha proferido por el centralismo porteño-, sólo vino a idealizar aún más la heroicidad del gaucho, lo que sirve sin lugar a dudas para encubrir de rojo y negro los conflictos por la tierra que en esos mismos momentos recrudecían en Jujuy.

Ahora, cuando integrantes de fortines gauchos instalaron en el límite entre Salta y Jujuy una guardia para prevenir un golpe contra «la institucionalidad» que dice representar el gobernador jujeño Gerardo Morales, se dió un nuevo e inesperado paso de este recorrido que va del gaucho histórico de comienzos del siglo XIX al gaucho idealizado de comienzos del siglo XXI.

Parece que ahora, a despecho de las visiones esencialistas que acabo de mencionar, el gaucho acaba de mutar: ya ni siquiera se siente guardián de la tierra. Ahora es guardián de la Constitución, más específicamente la Constitución de Morales, a cuya imposición llama paz y orden.

A este nuevo gaucho liberal celoso del cumplimiento de las «leyes y las instituciones», ya no le importan los reclamos de originarixs y paisanxs de carne y hueso por sus tierras, quienes denuncian que la Constitución de Morales pone en riesgo sus derechos a habitarlas como desde hace décadas, y a obtener de ellas el agua y los recursos que necesitan para vivir.

Es más, si le seguimos el juego al diario El Tribuno que ha difundido la noticia tan generosamente, este gaucho parece dispuesto a volverse adversario de lo que reclaman por su tierra, a quienes sólo ve como generadores de un desorden que ellos no estánn dispuestos a tolerar.

«Gauchos» que se muestran como adversarios de quienes quieren patria y Constitución pero con el resguardo de sus tierras.

Tiene razón Sara Mata. Los gauchos de Güemes eran otra cosa. Tal vez ya fueron. Y vaya a saber quiénes son aquellos que hoy son presentados como tales.