noviembre 18, 2022

El triángulo de los negocios

Por Andrés Gauffin

Pese a que es un amigo de la casa y a que hubiera podido promocionarlo como uno de los mayores inversores en Salta, el diario El Tribuno del senador nacional Juan Carlos Romero casi no ha dado informaciones sobre el norteamericano Douglas Robert Casey, salvo alguna mención que lo menciona como un gurú de las finanzas.

Pero Casey ha hecho algo parecido. A pesar de que podría presentar a la familia Romero como ejemplo de políticos modernos de Argentina y, por lo tanto, como uno de los incentivos para hacer negocios en Salta, prefiere explayarse sobre las oportunidades que las fallas cometidas por los gobiernos de la región le brindan a los especuladores del primer mundo.

En todo caso, parece que si Casey tiene que hablar a sus colegas especuladores sobre Argentina, difunde que sus gobiernos no son malvados ni peligrosos. Son simplemente corruptos, incompetentes e ineficientes, lo que para el inversor -que no parece tener una pizca de moralista- es más una oportunidad para hacer negocios, que un obstáculo.

Es posible que la sociedad entre los Romero y Douglas Robert Casey se haya iniciado en la década del 90, cuando el ahora senador nacional transitaba su primera gestión como gobernador de Salta. De hecho Casey comenzó a fijarse en Argentina en la década del 80.

La relación se oficializó en 2011 con la constitución de la sociedad anónima «Lorohuasi Hotel Holdings S.A.», con la que Casey y la empresa Estancia El Carmen, de los Romero, se juntaron para hacer negocios financieros, más que -como el nombre indicaría- para construir o administrar hoteles.

En efecto, de su objeto social se puede deducir que Casey y el senador nacional Juan Carlos Romero, más la actual intendenta de Salta, Bettina Romero, más el diputado provincial Juan Esteban Romero, a través de Lorohuasi SA se dedican juntos a comprar y vender títulos públicos, acciones, bonos y letras de tesorería, por ejemplo.

Y es que Estancia El Carmen, con domicilio legal en la misma sede de El Tribuno, es de propiedad de Júcaro, la firma que en sus declaraciones juradas el senador nacional reconoce como propia. Y en sus puestos directivos han alternado, además del senador nacional, la misma Bettina y el propio Juan Esteban.

Googlear a Casey es una tarea fascinante. Por supuesto que una de las primeras informaciones que aparecen son de Wikipedia. Y si alguien da crédito a esa fuente, concluirá que en su país de origen no ha sido un empresario del montón.

Su apoyo en 2008 a la candidatura presidencial del republicano libertario Ron Paul -un precedente norteamericano del telúrico Javier Milei- mostró a las claras sus posiciones políticas, más cercanas a la extrema derecha del Tea Party que a las del propio partido Republicano del que provenia.

Casey elaboró y expuso sus teorías libertarias a través de libros que en su momento tuvieron mucho éxito en Estados Unidos, como el célebre «Inversiones en crisis», con el que enseñó, como buen especulador y contra lo que continuamente muestran los medios argentinos- que lo más inteligente en un país en crisis no es huir con los capitales bajo el brazo, sino analizar las oportunidades para grandes negocios que ofrecen esos contextos.

De hecho, fue escribir ese libro en 1979 y empezar a buscar oportunidades en Argentina.

Podría decirse también que Casey es un libertario políticamente incorrecto. Y es que contra lo que pueden llegar a creen los seguidores de Milei, para Casey una condición indispensable para hacer grandes negocios en la región es la existencia de los Estados, y mientras más corruptos o más ineficientes, mejor.

Tan incorrecto, que de sus presupuestos filosóficos cualquier lector puede concluir que lo que excita más su olfato especulador son las inseguridades jurídicas de los países, y no la seguridades jurídicas tan cacareadas incluso por sus socios como El Tribuno y hasta ponderadas por monseñor Cargnello en su homilía del Milagro.

Así, dadas esas condiciones, en su sitio oficial la fundación de investigaciones financieras de Casey promete a sus eventuales clientes darles las herramientas para obtener buenas ganancias en plazos muy cortos, el objetivo de cualquier especulador que se precie de tal.

Por supuesto que, al dar las razones por las que eligió Salta para invertir y también para pasar largas temporadas de su vida, no menciona ni a las crisis ni a los gobiernos corruptos, ni a las ventajas de las inseguridades jurídicas, sino las bondades de estos valles que producen excelentes vinos y no le tienen nada que envidiar a la misma Toscana.

El sitio de una estancia mendocina de vinos -«algodonwineestates» asegura que el «lugar preferido en el mundo» de Casey, es Estancia de Cafayate, de la que el norteamericano habla como si fuera su único propietario, a contracorriente de la idea común en Salta de que se trata de un emprendimiento del mismo clan Romero.

Sea de Casey o de los Romero o de ambas familias, esa mega country donde la gente civilizada puede encontrar todo lo que necesita como jugar al polo o al golf en medio de viñedos mientras los enólogos de Casey le producen los vinos, lo cierto es que la fiebre de litio que aqueja a Salta parece encontrarlos de nuevo dispuestos trabajar y a invertir juntos.

Así, a los negocios financieros con títulos públicos y a los inmobiliarios con la Estancia Cafayate a la cabeza, se ha unido el litio para conformar el triángulo de los grandes negocios -o emprendimientos, como quieran llamarle- que Salta le muestra al mundo.

Por que, aunque públicamente se sigan desconociendo, por una parte, el diputado Juan Esteban Romero acaba de hacer una de las más vehementes defensas de las empresas mineras asegurando que sólo explotarán una salmuera nociva hasta para lo mismos animales de la Puna, con lo que dio a entender que el mejor Estado para regular ambientalmente la actividad es el Estado ausente.

Y desde hace meses el diario El Tribuno se ha encargado de dar a las «inversiones mineras» la más completa cobertura y justificación mediática, además de promocionar los torneos de primer nivel de golf y polo en la Estancia.

Todo eso le viene como anillo al dedo a Casey, quién sólo ve allí oportunidades de negocios que se le abren a quienes ofrece asesorar.

De hecho, el sitio que publicita esas asesorías a especuladores de todo tipo, les asegura que el equipo y los conocimientos de Casey les descubrirán a las compañías juniors de exploración de minerales oportunidades convincentes con la posibilidad muy real de duplicarse y triplicarse en 12 o 14 meses.

Cómo Salta no iba a ser -como ha proclamado El Tribuno tantas veces- la provincia con mayor proyectos de inversión -o de especulación- minera en el país.