abril 9, 2021

Sáenz y el perro

Por Andrés Gauffin

El hombre bajó de su 4 X 4 ,-al fin es un salteño de ley, esquivó el perro de la calle que se le había cruzado, y encaró a la puerta de la Legislatura para dar su mensaje del 1 de abril.

Allí dio una clase sobre cómo el lenguaje puede servir para acomodarse políticamente, y al mismo tiempo para tapar sus ideas, o la pobreza de sus ideas.

En abril del año pasado la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló que el Estado Provincial atentó, durante décadas, contra los derechos más básicos de las comunidades originarias del Pilcomayo y el Chaco salteño -como la alimentación de acuerdo a sus pautas culturales-, y le ordenó una serie de acciones con plazos perentorios para reparar ese daño.

Sáenz se refirió a los aborígenes usando términos como “identidad cultural”, “mirada intercultural”, “acceso a la vivienda”, y otros muy políticamente correctos, pero evitó hacer un diagnóstico de su gobierno sobre el drama del Chaco, y mucho menos referirse al fallo de la Corte Interamericana, al que sólo mencionó como el caso “Comunidades indígenas/ Lhaka Honat vs. Argentina”

No informó qué hará su gobierno para cumplir con el fallo.

No se salió del libreto que le habían escrito para expresar un mínimo de dolor por tantas muertes de niños y niñas wichis por desnutrición, causadas por el Estado provincial, no por los malos hábitos alimenticios de sus comunidades.

No dijo, en primera persona: “me golpea tanta muerte evitable en el Pilcomayo”.

Para Sáenz, los sufrimientos de las comunidades originarias no tienen causas históricas, y se reparan con la enunciación solemne de términos políticamente correctos.

El gobernador tampoco despegó sus ojos del libreto que le habían preparado para la ocasión, cuando se refirió a la “violencia de género” y cuando leyó otros términos como “perspectiva de género” y “razones de género”.

Que Sáenz haya utilizado la palabra “género” no significa necesariamente que para él los asesinatos de mujeres tengan en Salta causas históricas, sociales o culturales.

El gobernador no ha querido mencionar alguna de esas causas: será que para él y para su gobierno la “violencia de género” sólo se explica por el lado de la mala moral, o la naturaleza perversa de algunos individuos.

No denunció la cultura machista que ampara los asesinatos de las mujeres.

Anunció un fuero judicial de violencia de género, pero no clamó por justicia por Jimena Salas no vaya a ser que se enoje el procurador Cornejo quien cinco años después del asesinato no ha podido dar con los responsables. Ni por Macarena, ni por Fabiola, ni por Romina, ni por Magdalena, ni por Amir, ni por tantas.

Pero sí utilizó la palabra “género”. Políticamente correcto.

Sólo se salió del libreto para alabar el federalismo del presidente y su mirada al interior. Que el 75% de los recursos que usa el gobernador lleguen desde la Nación, explican sus alabanzas a Fernández y el uso de términos que posiblemente ni él entienda.

Cuando ya se habían terminado los aplausos y las fotos con sus incondicionales, y cuando el perro de la vereda ya se había ido, el hombre volvió a subir a su poderosa 4X4.

Entonces puso a todo volumen Los Chalchaleros, en quienes encuentra la crema de la cultura salteña.

Y eligió comenzar con la López Pereyra que, como saben, es el himno de Salta.

“Yo quisiera olvidarte, me es imposible, mi bien, mi bien….”, cantaba Juan Carlos Saravia, mientras él tarareaba bajito.


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