marzo 23, 2021

Eufemismos

Por Andrés Gauffin

La fiscal concluyó su “requerimiento a juicio” a Oscar Rodríguez por el asesinato de Milagros Melina Flores de noviembre de 2020 y, siguiendo instrucciones de su jefe, mandó el documento a todos los medios habidos y por haber.

Lo recibió un periodista de El Tribuno, lo bajó a su compu, y para hacer su nota se dedicó a copiar y pegar.

Copió y pegó: “…la atacó con un arma blanca, realizándole numerosos cortes a la altura del cuello al momento que la derribó en el suelo, también en la zona del tórax, abdomen y en ambos miembros superiores e inferiores.”

¿Cómo miembros superiores e inferiores? ¿Acaso la mujer no tenía un cuerpo?

Con menos vueltas hubiera escrito: “con un cuchillo hizo cortes en el cuello, la espalda, el abdomen, los brazos y las piernas de Milagros”.

Copió y pegó: “Arrojó el cuchillo cerca del cuerpo de la víctima y se dio a la fuga”.

¿Cómo que se dio a la fuga? Darse a la fuga es un lugar común típicamente policial, o penal, que en una crónica periodística sólo esconde un crimen y una tragedia.

Sin frases hechas: “Arrojó su arma cerca del cuerpo desfalleciente de quien había sido su compañera, y la abandonó”.

Copió y pegó: “Pese a la asistencia recibida, la mujer falleció el día 16 de noviembre en el hospital San Bernardo por shock hipovolémico por lesión vascular grave por arma blanca”

¿Pero quién sabe qué es un shock hipovolémico….”? Así utilizado en un texto periodístico no es más que otro eufemismo que esconde una realidad cruel.

¿Por qué no escribió?: “Cuatro días después del ataque de su ex compañero, Milagros murió porque había perdido tanta sangre por las heridas, que su corazón dejó de funcionar”.

Copió y pegó: “el arma empleada fue secuestrada en el lugar del hecho y existe constancia de antecedentes de violencia en la pareja”.

¿O sea que Milagros también ejercía violencia sobre su ex compañero? ¿Cómo puede afirmarse eso de alguien que ha sido asesinada?

Esa frase no se puede reescribir, por mala.

Los femicidios no sólo son únicamente hechos penales, que los periodistas deberían abordar con términos jurídicos, porque si así lo hacen terminan escondiendo, con eufemismos, auténticos dramas personales y sociales.

Milagros no fue simplemente la “víctima”. Fue otra mujer de Salta asesinada en un contexto social caracterizado por el machismo, del que los “requerimientos de juicio” poco pueden dar cuenta.

El periodismo sí, con la condición de que no se deje contaminar por el lenguaje de fiscales y jueces.