marzo 11, 2021

Ragone, Romeros, Urtubey y Sáenz

Por Andrés Gauffin

Todo está listo para que el próximo domingo 14 de marzo los afiliados justicialistas vayan a las urnas a elegir un nuevo presidente del partido.

El principal candidato se llama Miguel Ragone,  a quien El Tribuno de Roberto Romero había hecho la vida imposible durante su gobernación, lo mismo que el grupo Reconquista, que lo había acusado de marxista.

El sábado 6 de marzo de 1976, Ragone habla en actos en Orán, Pichanal e Hipólito Yrigoyen para ir cerrando su campaña, informa El Tribuno en cinco líneas perdidas a mitad de página, en la edición del domingo 7.

Ragone, 54 años, quiere presidir el Partido Justicialista Salta, pero sobre todo quiere volver a ser gobernador en los próximas elecciones generales, una especie de revancha pues Isabelita Perón lo echó en noviembre de 1974 con una intervención, por no haber combatido suficientemente la “subversión”.

Le han dicho terco, pero es que sigue su vocación de poder.

El jueves 11 de marzo el diario El Tribuno sale con un aviso al pie de la página 8.  “Honestidad, respeto, garantía, virtud” propone la lista Verde que lleva como principal candidato al “doctor”, porque era médico.

“Respetémonos los peronistas para poder ser garantía de respeto”, pide el aviso que revela el grado de virulencia de la interna.

Ese jueves 11 sólo faltaban tres días para que los afiliados comenzaran a acudir a las mesas electorales. Cerca de las 8 de la mañana, el doctor toma por el pasaje Del Milagro con su Peugeot 504 amarillo hacia el hospital San Bernardo. Pero tres autos se le cruzan y varios hombres -indudablemente de las fuerzas de seguridad- lo encaran, armados. Allí quedó decretado, de facto, la suspensión de las internas peronistas.

Su secuestro y asesinato en vísperas del golpe militar del 24 de marzo de 1976 también cambió definitivamente la interna peronista en la provincia.

En un ejercicio de historia contra fáctica, se puede afirmar que en 1983 -año de la reapertura democrática- Ragone hubiera sido, con 62 años, el candidato natural a gobernador de Salta por el Partido Justicialista, si no hubiera sido secuestrado y asesinado.

Pero, en cambio, en febrero del 83, un empresario dueño de El Tribuno se llegó a la sede del PJ  y pidió llenar su ficha de afiliación. En la casilla de “nombre”, escribió: “Roberto Romero”.

¿Cómo es posible que el hombre que se quedó – por el año 60- con el diario del Partido Justicialista, que liquidaron los militares que derrocaron a Perón, quiera afiliarse?, se preguntaron algunos consejeros en el 83. El que se opuso encarnizadamente a Ragone y facilitó su intervención.

¿El dueño del diario que alentó el militarismo más desembozado a través de su matutino y que apoyó el golpe militar ahora quiere ser justicialista?

Es imposible averiguar cómo Romero logró finalmente la afiliación al PJ, pero también cómo pocos meses después llegó a quedarse con la candidatura a gobernador por el partido, cuando no se había conocido un año antes ninguna simpatía suya por el peronismo.

En los años 90 su hijo Juan Carlos también utilizó el Partido Justicialista como instrumento para llegar a la gobernación, aliándolos a otros partidos en un frente, lo que no le impidió que años más tarde terminara alineado al PRO y a Juntos por el cambio, y se abrazara a Macri y Horacio Larreta, acaso una de las fuerzas más antiperonistas de la historia argentina.

En sus dos reelecciones, Urtubey hizo una verdadera alquimia política: alió al justicialismo -al que también se unió por conveniencia-  con el Partido Renovador en un frente que apoyó su fórmula.

Este año el gobernador Sáenz -que fue electo en 2019 con apoyo del PRO-   decidió tomar por asalto el PJ e impuso a su hombre de confianza en el gobierno -Pablo Outes- como presidente de la Comisión de Acción Política (CAP) , un invento de Urtubey por el que se transmiten y ejecutan las órdenes del gobernador de turno, sin el engorroso trámite previo de la discusión partidaria.

Y un congreso del PJ on line  acaba de determinar que los candidatos para las elecciones provinciales del 4 de julio -concejales, diputados, convencionales constituyentes-serán elegidos por la CAP.

Es simple, los candidatos a diputados provinciales, senadores, concejales y hasta convencionales constituyentes del PJ serán puestos a dedo por un gobernador que ahora se la da de justicialista, pero que en la mayor parte de su carrera política apoyó al Pro y a Juntos por el Cambio.

Perón no entiende más nada.

Pero nadie sabe cuál es la legitimidad de los congresales del PJ Salta, pues en la Cámara Electoral de Salta se niegan a informar cuál fue la última interna del PJ Salta.  Y en el sitio del PJ figuran los nombres de los congresales, pero no cuándo fueron electos por los afiliados y cuándo terminan sus mandatos, supuestamente de cuatro años.

¿Será posible afirmar que la elección de los candidatos del PJ para el 4 de julio será democrática? Parece que no.

Es que aquellos hombres armados que se bajaron en el pasaje del Milagro el 11 de marzo de  1976 para secuestrar al hombre del Peugeot amarillo le dieron también un golpe mortal a la democracia interna del PJ Salta.

U