septiembre 3, 2020

La mansión deshabitada de los gobernadores

Por Andrés Gauffin

Resulta significativo  que la donación de la mansión del ex gobernador Roberto Romero a la provincia se haya concretado en los mismo días en que centenares de personas ocuparan terrenos en San Calixto, en Parque la Vega.

La mansión de Entre Ríos y Deán Funes es eso, una mansión, pero por el lenguaje políticamente correcto que han impuesto sus dueños, se la ha llamado “residencia”. “Residencia” contestaba por años el mayordomo o el telefonista, cuando se discaba su número.

Digamos que muchos –supongo que la mayoría- de los que ocuparon terrenos en San Calixto buscan una residencia, si bien algo más humilde, pero la única respuesta que obtuvieron fue la de las balas de goma y la del apelativo de delincuentes tan propalado por El Tribuno.

Digamos entonces que los Romero le solucionaron a los gobernadores constitucionales de Salta el problema habitacional, aunque los gobernadores que han pasado, incluyendo los Romero, no han hecho demasiado para solucionar el problema habitacional de tantas familias salteñas. El déficit es enorm.

Seamos realistas, Sáenz nunca se irá a vivir a la residencia, a lo sumo irá a hacerse un asadito de viernes a la noche. No se mudará ni él, ni ninguno de los gobernadores que vendrán, porque ninguno querrá una manifestación del otro lado de la tapia.

Y es que mucho mejor es disfrutar de Finca Las Costas, esa mansión tan fashion pues allí Juan Manuel se casó con Isabel, con asistencia de Juan Carlos, y tal vez con la de Gustavo.

Recordarán que con Finca Las Costas, Juan Carlos Romero dio la primera solución habitacional a una familia durante su gestión: Se la mandó construir a sí mismo allá por los 90, lejos de todo ruido de manifestantes, y con árboles tan bello alrededor.

Así que es cierto que los Romero se ocuparon de la cuestión habitacional de Salta.

Entonces a la residencia mansión de los gobernadores constitucionales de Salta será una cáscara vací , cuyo mantenimiento queda a cargo de la Provincia, pero con una vistosa lápida en el frente con el nombre de Roberto Romero y abajito y más chiquito, el de Gustavo Sáenz.

Y que San Calixto espere.

La «residencia», que sería más apropiado decir la «mansión de los Romero