agosto 13, 2020

Sermones

Por Andrés Gauffin

Ayuden mi memoria. Que yo recuerde Jesús no se subió al monte para sermonear a sus discípulos diciendo. “Felices los que viven en familia y la mantienen a rajatabla durante todos los días de su vida, porque heredarán el cielo”. ¿No?

Las famosas bienaventuranzas van por otro lado, más bien: felices los mansos, por ejemplo, los que trabajan por la paz, los que tienen hambre y sed de justicia.

En los evangelios leemos escasas referencias a la familia y no parecen elogios. No me convertí al evangelismo ni trabajo como telepredicador, aún, pero puedo citarles una frase impactante del evangelio, con capítulo, versículo y todo:

 “¿Creen ustedes que yo vine para establecer la paz en la tierra? Les digo que no, sino la división… en una casa de cinco personas habrá división, tres contra dos y dos contra tres, división de padre contra hijo y de hijo contra padre…” Y así Lucas 12, 51-52.

O sea que Jesús, fundador de la Iglesia Católica -así lo aprendí en el catecismo-, dijo que vino a traer división en la familia. A tenerlo en cuenta. Vendrán los exégetas y dirán que en realidad quiso decir otra cosa, pero bueno, parece claro que la familia no es un valor absoluto en los evangelios. Ni mucho menos.

Así que concluyo que todas las enseñanzas sobre la familia fueron generadas por  la Iglesia cuando se convenció y convenció a muchos que su función no sólo era predicar el evangelio, sino también enseñar lo que llamó “la ley natural” que debería observar todo el mundo para salvarse.

Así que en los evangelios no encontramos “el valor de la familia” sino en las enseñanzas de la Iglesia,  algunos siglos posteriores a Cristo. Es parte de la «ley natural».

Y encontramos también la enunciación del valor de la familia en quienes difunden un diseño social fundamentalmente machista. ¿Quién elaboró la teoría de la familia como célula de la sociedad?

Todo esto para decir que estoy esperando la hora en que un reverendo deje de lado en el púlpito sus habituales exhortaciones morales y encomios de la familia y de una vez por todas se ponga del lado de la mujer amenazada,  golpeada y asesinada.

Mucho más en esta cuarentena violenta.

Que el reverendo se dé cuenta que  Jesús muy bien podría haber dicho que iba a poner a la mujer contra su marido, como el mismo Jesús no tuvo reparos de poner al hijo contra su padre.

Y que, por tanto, la mujer no debería tener ningún drama en mandar a la mierda al macho agresor, con posterior denuncia judicial, porque la familia no es una institución que deba mantenerse a costa de su cuerpo o de su felicidad. ¡O de su vida!

Que al fin y al cabo Jesús predicó el amor y no la familia. Y que mejor amores sin familia, que familia sin amores.