agosto 26, 2022

Tu última cumbre

Por Andrés Gauffin

Es cierto, como dijo alguna vez Heráclito, que nadie se baña dos veces en el mismo río. Jorge López muy bien podría haber enseñado en sus clases que nadie sube dos veces a la misma montaña.

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El pasado domingo 21 de agosto cuatro nuevos montañistas del CAM subieron por primera vez el cerro Balcón, en la Quebrada del Toro. Y otros cuatro remontaron sus recuerdos.

Limpia, imponente, iluminada y multicolor, la Quebrada del Toro se les iba apareciendo a sus pies, siempre tan antigua y siempre tan recién pintada.

“Vos sabés que este fue el último ascenso de Jorge.  Esos días comenzó a sentirse mal”, le dijo la ahora jefa Nati a otro de los que sentían que un recuerdo puede llegar a ser tan impotente como una montaña de rocas.

Fue un día del invierno de 2018, cuando el CAM le pidió a Jorge que guiara el ascenso de una treintena de principiantes al cerro al que siempre quería volver.

Y como siempre, el Balcón no era el mismo. Aquella vez había querido rodearse de un viento que amenazaba con hacer flamear en la quebrada a algún menudo montañista. Minutos después de que una ráfaga le arrancara los anteojos a uno de ellos y antes de llegar nada menos que al Abra de los Vientos, los montañistas vieron a Jorge volverse sobre sus pasos.

“No va más, nos volvemos. El Balcón siempre va a estar aquí”, les dijo y los aprendices se acordaron de aquello que le habían enseñado en el curso de iniciación:  que la cumbre a la que sí o sí hay que llegar es la casa.

Filósofo a tiempo completo, montañista de toda la vida, creyente sincero, cultor del tango, Jorge López sabía unir el amor y el humor a todos esos despliegues.

Así, quienes nunca habían escuchado hablar de Heráclito concluían que la filosofía no es un saber de especialistas académicos, sino que podía llegar a mejorar sus vidas y hasta darle una causa para sus días, y que el montañismo no es sólo esfuerzo y cumplimiento de metas, sino también, y sobre todo, compañerismo ameno.

Y quienes como él creían, entendían que la fe más, mucho más, se emparenta con la alegría que con la solemnidad, y los que no creían se alegraban de encontrarse con un tipo tan honesto en su religiosidad que hasta podía tomarse en broma sus creencias. Cosa más que rara, única, en esta Salta pacata y tantas veces falsa en la que vivimos.

Cuando a eso de las 11 del domingo 21 los ocho montañistas se asomaron a la cumbre del Balcón, el Chañi relucía hacia el norte, el Redondo se plantaba desafiante al sur, y el Manzano se mostraba de costado, indiferente.

Y en la minúscula apacheta, apareció como un tesoro, la caja de tu recuerdo, de los recuerdos de quienes te amaron porque vos, como buen filósofo, les mejoraste la vida o aunque sea, como humorista, les sacaste una sonrisa. Con todxs quisimos decirte que no importa que no hayas llegado a tu última cumbre. No importa porque, sólo para robarle una frase al tango -seguro que no lo tomarás en serio-, fue una cumbre nada más tu corazón.