julio 20, 2021

Nuevo réquiem por la democracia

Por Andrés Gauffin

Ya que hemos iniciado en Salta la campaña electoral para las elecciones del próximo 15 de agosto en las que se elegirán nada menos que los convencionales con los que se pretende reformar la Constitución, puedes entrar al sitio oficial del Tribunal Electoral de la provincia y averiguar qué lugar le da ese organismo a la Constitución aún vigente: verás que ninguno.

Hacés click en “institucional” y luego en las normativas que en teoría aplica el Tribunal para la organización de las elecciones, y ves una sucesión de leyes y decretos, pero no la Constitución, como si esa norma no tuviera ninguna relación con la organización de los comicios.

Tal vez pienses que te ayudará el gobierno de Sáenz, que tanto aprecio declama por la ley fundamental. Pero no. En el sitio oficial del gobierno “salta.gov.ar”, podrás encontrar el himno “Gloria a Salta” y enterarte, una por una, de las fiestas patronales de la provincia Salta, pero nunca de la Constitución Provincial, mucho menos, por supuesto. de sus disposiciones electorales.

“Art. 54. – Candidatos.

Compete exclusivamente a los partidos políticos y frentes electorales postular candidatos para

las elecciones populares. Los procedimientos de designación de los mismos son democráticos

y con manifestación pública de principios y plataformas”.

En diciembre de 2020, la Legislatura y el gobierno de Sáenz suspendieron las elecciones provinciales Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias -PASO- con las que, hasta 2019, los partidos y frentes electorales determinaban qué candidatos iban a competir en las elecciones generales.

En 2009 el gobierno nacional de Cristina Fernández había promovido las PASO nacionales. Su adopción en la provincia dio decoro democrático a la designación de los candidatos dentro de los partidos y cumplió medianamente el artículo 54 de la Constitución Provincial, pues la vida interna de los partidos se opacaba a pasos agigantados y se anquilosaban sus prácticas antidemocráticas.

La suspensión de las PASO provinciales y la vista gorda por parte de las autoridades electorales a los procesos de designación de los candidatos, fueron los primeros pasos inconstitucionales para reformar la Constitución, dados por el gobierno de Sáenz y ahora por todos los partidos y candidatos que se anotaron para la competencia.

En la operación también se anotó El Tribuno -padre de todas las farsas-, que en meses previos al cierre de la lista repitió la palabra “consenso”, “diálogo interno”, y “negociación” hasta el hartazgo, para tapar que ningún partido iba a ir a internas democráticas para designar a sus candidatos y que todo se resolvía con un recurso de manicura: el dedo.

Los viajes a Buenos Aires para sacarse una foto con Macri o con Fernández, siquiera con Bullrich o Cafiero, se convirtieron en los gestos de lealtad que suplantaron la exposición pública y formal de las propuestas de quienes pretendían quedarse con una candidatura.

Alguna vez, durante la vigencia de las PASO, el Tribunal Electoral de la Provincia tuvo la delicadeza de informar a los ciudadanos con qué sistema se calculaba en cada partido los resultados de las primarias: sistema D’Hont, lista completa con simple mayoría, etcétera.

Pero ahora, si le preguntas por correo al Tribunal Electoral cómo fueron designados los candidatos de un partido te mandarán a que se lo pregunten a ellos, o sea que la democracia de los partidos les interesa un pito a los organizadores de los comicios.

Les da lo mismo que alguien haya ganado su candidatura a punta de pistola o con extorsiones a mansalva, o bajándose el calzoncillo de espaldas al capo de turno: no, lo que les importó, como buenos burócratas, es que la lista que se presentaba en ventanilla tuviera el sello partidario correspondiente.

De todos modos, prueba con acudir a los partidos. Comprobarás que los “tradicionales” son nada más que fachadas que esconden una vida inescrutable, no sólo para el simple ciudadanos, sino también para sus mismos afiliados.

Prueba con ingresar a la sede de la UCR a las cinco de la tarde y tendrás que correr por el pasillo porque el cielorraso amenaza caerse sobre tu cabeza, tan descuidado se encuentra el edificio. Comprobarás que su mobiliario es tan viejo como el Balbín que pende de una pared despintada, y que cuesta encontrar algo que recuerde a la democracia de 1983, que soñamos los más viejos con Alfonsín.

Le darás, inútilmente, tu correo a la única persona que habita por un par de horas esa casona vieja, pero nadie se dignará a escribirte para informarte cómo el partido más democrático de todos designó a sus candidatos.

Para cubrir las vergüenzas antidemocráticas, El Tribuno del liberal y democrático Juan Carlos Romero te informará que el Congreso del Partido Justicialista facultó a la Comisión de Acción Política (CAP) a designar a sus candidatos. Pero nunca te dirá que la mayoría, sino todos, de los mandatos de los congresales se encuentran vencidos, porque ya nadie recuerda, ni quiere recordar, cuándo se hicieron los últimos comicios –si alguna vez se hicieron- en los que los afiliados tuvieron la oportunidad de elegir a las autoridades de su partido.

Así que un señor de apellido Outes señaló con su índice quiénes son los candidatos justicialistas, en acuerdo con el gobernador Sáenz, quien se propone mejorar la democracia en Salta apelando a sus prácticas más autoritarias y antidemocráticas.

Ya no se comprende tampoco que partidos tan democráticos y liberales como el PRO hayan aceptado vivir intervenidos de continuo, a no ser que se postule que una camarilla -mejor dicho una élite-  a la que le importa un rábano qué opinan los afiliados del partido,  se lo ha apropiado por siempre.

Qué les podría costar a sus diez afiliados ir en sus cuatro por cuatro a emitir su voto: la democracia bien vale gastar unos mangos en gasoil.

Y qué decir de candidatos a convencionales constituyentes como Gonzalo Guzmán Coraita -alianza Juntos Por El Cambio- tan luchador de la transparencia de los gastos de publicidad y tan locuaz defensor de las leyes y las instituciones-, que en un solo acto ha roto con todos sus principios republicanos: a falta de un solo voto interno a su favor, no ha tenido la delicadeza de informarnos qué compromisos tuvo que asumir frente a Macri o vaya a saber quién, para lograr que su nombre sea incluido a la hora del cierre de las listas.

Su encendida verba constitucionalista se ejercita sobre una flagrante violación a la Constitución vigente.

¿Y qué decir de las decenas y decenas de partidos creados en Salta de cinco años a esta parte en despachos de abogados conocedores de los vericuetos legales con nombres tan inverosímiles como “Fe” y que sólo han servido para que Sáenz cacaree con sus alianzas de partidos, en realidad sellos que no representan a ninguna persona, ni mucha menos exponen una idea.

Así que estamos frente a una campaña electoral de caripelas muy bonitas que esconden los poderes de siempre, diseñada con stickers bajadas del wp, eso si la mar de divertidos.

En los corrillos de la Iglesia se comenta que, decidido a producir santos cueste lo que cueste, la Iglesia decidió eximir a Juan Pablo II de los milagros, a Escrivá de Balaguer de las virtudes y a San Jorge -¡oh, mi patrono scout!- de la misma existencia.

La justicia electoral ya hace mucho ha eximido a los candidatos de transparentar los fondos con lo que hacen campaña, y de exponer sus ideas y plataformas. Ahora les acaba de eximir de las elecciones internas, sea para elegir autoridades internas o candidaturas.

Es decir, la Justicia electoral acaba de eximir a los partidos de la democracia. Y esto no es un chiste.

Ahora sólo falta ver hasta dónde continúan los ensayos autoritarios. Por lo pronto, sólo cabe tomar nota que hace tiempo se ha eximido a los comicios del conteo de las boletas.

Es que sólo con el pretexto de dar unos minutos antes los resultados provisorios de los comicios, con Juan Manuel Urtubey nuestra democracia ha sido eximida del voto de papel para suplantarla por un chip, cuya información el elector común desconoce.

Con suerte, para la próxima elección la Justicia electoral nos eximirá de ir a votar y nos ahorrará levantarnos el domingo para no encontrar cola.

Si se concreta esa inconstitucional constituyente que se nos pretende imponer, en la letra se limitarán los mandatos de gobernadores -menos el de Sáenz- y de legisladores, pero se eternizará a unos jueces de Corte a quienes -por lo visto hasta aquí- les importa un bledo lo que ocurre dentro de los partidos: quedará garantizada eternamente el insulto a la democracia que supimos conseguir.

Por supuesto, el 15 de agosto próximo, a las 10 de la mañana, dirigentes tan democráticos como Juan Carlos Romero, como Sáenz, o como Urtubey, hablarán ritualmente de la “fiesta de la democracia”.

La jornada se parecerá más bien a su funeral, y para que no se muera del todo piensa si lo mejor no sería levantarte lo más tarde posible, dedicar todo el tiempo del mundo para cocinar unos ravioles de domingo y tratar de pensar y platicar, hasta que den las 6, sobre cómo resistir a las próximas avanzadas autoritarias.

Que las habrá, las habrá.