diciembre 10, 2020

Necrofilias

Por Andrés Gauffin

¿Cuál es la lógica de esas personas que defienden a ultranza la vida desde la concepción y luego terminan proponiendo la pena de muerte para los violadores?

Escúchenlo a Ignacio Jarsún, vicepresidente de la Cámara de Diputados de Salta, si les da el estómago.

Su parábola va desde un “ser completamente inocente”, que merece la vida, a otro “totalmente culpable”, que  merece la muerte.

Como principio político, el argumento de la defensa del  “inocente” para oponerse a la legalización del aborto,  esconde inferencias peligrosas.

Parece que todos  fuimos totalmente inocentes allá en el útero materno, pero no más sacados  a la luz, la culpabilidad se nos empieza a adherir a la piel como una tela pegajosa, hasta el momento en que alguien pretende declararnos culpables.

Y los inocentes merecen la vida, y los culpables la muerte.

¿Quién decide quién es quién? ¿Quién no perdió la inocencia y sigue limpio y quién ya quedó sumergido en la ciénaga?

Mientras, las pistolas Táser, también promovidas por Jarsún, y el gatillo fácil, podrían adelantar la tarea de dar su merecido a los culpables. También la proliferación y el uso de las armas de fuego por parte de los particulares,  legitimado por los medios.

Una niña violada por una banda de machos no debería abortar porque la vida es inviolable, pero un carnicero sí puede matar por la espalda a un ladronzuelo, en legítima defensa de la propiedad privada.

Culpas son culpas y claro, las culpas se pagan con la vida.

¿Qué vida defienden, entonces? ¿Cómo es posible que un día se duelan por el fallecimiento del delegado en Salta de la dictadura más genocida, Roberto Ulloa, publiquen a los cuatro vientos que fue una persona honesta, y a renglón seguido suban la foto de un feto, conmovidos por el debate sobre la legalización del aborto?

¿Qué vida defienden?

 Si tu pariente, aquel con quien has compartido tantos deseos de amor y felicidad, de repente te desea el “aborto retroactivo” o sea la muerte –porque apoyas una ley de legalización del aborto para terminar con el aborto clandestino- es porque ha estado feisbuqueando, y ahora cree que hace algo heroico a favor de los inocentes, aunque en realidad sólo esté repitiendo una peligrosa estupidez.

Vaya que con tanto ahínco deseen la muerte, justifiquen la muerte de tantos, olviden la muerte de miles, estos que defienden las dos vidas.

Allá ellos.