octubre 7, 2020

Mitad

Por Andrés Gauffin

En una ciudad como Salta donde casi la mitad de población es pobre, por necesidad del sistema abundan  las explicaciones o, mejor dicho, las justificaciones de la pobreza.

La Encuesta Permanente de Hogares nos mostró que el 45,5 % de los habitantes de Salta no satisfacen sus necesidades básicas para vivir y que, dentro de ese porcentaje, casi el 8% vive en la indigencia, es decir, no cubre ninguna necesidad básica.

La Salta en la que vivimos, de la que todavía algunos quieren que nos enorgullezcamos.

Ya nos parece parte de la realidad natural de Salta. Siempre hubo pobres, desde los tiempos de la colonia hasta ahora. ¿Porqué admirarse?

Es verdad que no encontramos quién enuncie explícitamente esa justificación, pero cuando monseñor Cargnello habló a Macri de los pobres durante la fiesta del Milagro, abonó esa teoría.

“Salta le da rostros a la pobreza”, le dijo el obispo al entonces presidente.  La pobreza como identidad local. El rostro de la pobreza como una entidad metafísica.

Podemos postular a Martín Grande como otro de los explicadores de la pobreza local. La asistencia social, ha dicho, es la principal causa del déficit del país. Y sí, si el Estado trata de ayudar a casi la mitad de la población de la capital salteña, quiebra irremediablemente.

No debe ayudarlos, en realidad, porque no se han esforzado los suficiente.

La cosmovisión de Grande se emparenta con la de los diputados que propusieron en la Legislatura el uso de las pistolas eléctricas Táser. Con sus rayos eléctricos, la Táser podría marcar el límite entre las dos capitales, la que satisface sus necesidades y la que no.

Ninguna de estas dos explicaciones pone en relación a la pobreza con la riqueza, a los pobres con los ricos. Son como entidades diferentes. El pobre por un lado y el rico por otro.  Barrio 17 de Octubre y por otro algún country escondido de Las Costas.

Ahora, desde los años 70 por lo menos, muchos salteños y salteñas buscaron otra explicación a la pobreza en Salta. Para ellos no es cierto que la pobreza debe comprenderse simplemente en sí misma, ni tampoco es cierto que sea parte de la identidad de Salta, ni mucho menos que los pobres tengan culpa de serlo.

Gente que sin haber leído a politólogos como Norberto Bobbio, supo que las desigualdades en una sociedad como esta tiene causas históricas, causas que bien podrían ser removidas, aunque los ricos –aquellos que también tienen el privilegio de no figurar en las estadísticas- se opongan.

Gente que no sólo comprendió sino que también luchó y lucha.

En esa “gente” podríamos incluir a un político como Miguel Ragone. Periodistas, como Luciano Jaime, abogados, obreros, sindicalistas, docentes, feministas, tanta gente que no se conformó haber caído de este lado de 50%.

Y claro, a una filósofa y poeta combativa, como Kuky Leonardi Herrán, que escribió una vez.

“Sin embargo seguimos anclados a la vida

donde echamos raíces tercamente

mientras la muerte silba sus más crueles canciones

con su cara de hambre de odio de injusticia

y algunos como yo hunden sus alas en la tierra

no para dejar de volar sino para soñar mejor.”