marzo 18, 2022

Les gauffines dan para todo

Por Andrés Gauffin

Suena un silencio atronador en la nota del pasado 3 de marzo de El Tribuno  sobre el poderoso escándalo de las facturas truchas en la Municipalidad de Salta, caso por el que se encuentra procesado el empresario Matías Huergo Cornejo y funcionarios municipales, y por las que debería ser investigado el ex secretario de Hacienda Municipal, Pablo Gauffin.

Y el silencio -que se repite en cada nota que publica El Tribuno sobre el tema-  es el siguiente: nunca  menciona que esos cuestionables procedimientos, que no sólo habrían permitido fabulosos fraudes impositivos al Estado sino también la desviación indebida de fondos públicos municipales, se concretaron delante de las narices  del entonces intendente Municipal, Gustavo Sáenz, actual gobernador.

El matutino del senador nacional Juan Carlos Romero suele ufanarse de su calidad periodística, pero incumple tan pero tan sistemáticamente las reglas más básicas del periodismo, que bien haría la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)en hacerle un llamado de atención.

Porque es de manual de Periodismo Básico que la nota de ese escándalo debe mencionar, como indispensable contexto de comprensión para el lector, durante qué gestión se cometieron esas irregularidades, mucho más si el intendente de ese momento es el  actual gobernador de la provincia.

Quien quiera conocer en detalle el caso Huergo-Gauffin debería leer la nota que publicó en su momento el sitio carta urbana sobre el fallo del juez federal Julio Bavio quien, con el argumento de que sólo habría que investigarlo por delitos de jurisdicción provincial, excluyó a Pablo Gauffin del juicio en el que se sentarán en el banquillo federal empresarios y ex funcionarios municipales.

Pese a que la decisión parece favorecer a Gauffin, ningún ex funcionarío querría quedar en su situación: durante un tiempo prolongado la Justicia debatirá si lo debe investigar por integrar una asociación ilícita de evasión impositiva – en ese caso por la justicia federal- , o por fraude a la administración pública, negociaciones incompatibles con la función pública, cohecho o violación de deberes de funcionarios público -en estos asuntos por la justicia provincial.

El fiscal Amat que insiste con llevar a Gauffin al banquillo federal, ha acumulado datos harto sospechosos: entre ellos, una planilla borrada y recuperada en la computadora de Matías Huergo -el empresario ahora preso y a la espera del juicio- en la que se asentaron pagos al entonces secretario de Hacienda de Sánez  por un millón y medio de pesos, sin contraprestación de la empresa  que por esos días había creado Gauffin, bautizada con las siglas de su esposa, GV S.R.L.

También la emisión de una factura por parte de  GV S.R.L a una empresa proveedora de la Municipalidad (Norte Aridos) , por un importe idéntico al que acababa de anular la empresa Arcadio, luego de que su dueño Huergo, espiado telefónicamente, le dijera a un empleado suyo que Pablo Gauffin “nos va a hacer una factura igual a la que vos le hiciste ayer a Del Borgo para que no tengamos que pagar IVA”.

Todo les quedó más abrochado a los fiscales cuando descubrieron que muchas facturas truchas (ellos prefieron llamarla apócrifas) de empresas proveedoras de la Municipalidad se hicieron desde computadoras de la misma Municipalidad.

Cositas así.

Todo le ha hecho concluir al fiscal que Gauffin debería ser investigado junto con los otros empresarios y ex funcionarios municipales sospechado de integrar una asociación ilícita fiscal, pero el juez Bavio, con el consentimiento dividido de la Cámara Federal, insiste que eso no es posible porque se mezclan supuestos delitos que debería investigar la justicia provincial:  de aquí a 20 años, más o menos.

Incómoda incandescencia la de Gauffin: ni la justicia federal, ni la provincial quieren tomar su brasa caliente. 

Pero si aún releyendo los fallos dos y tres veces, no es posible entender porqué Bavio excluyó a Gauffin del futuro juicio federal, menos comprensible es la historia si el lector se limita a leer las notas de El Tribuno.

No sólo no mencionan que Gauffin fue funcionario de Sáenz, sino que también aislan el caso de cualquier otro hecho municipal o provincial, como si el caso Huergo Gauffin no fuera más que un forúnculo aislado en la tersa piel de esta Salta tan linda que enamora.

Uno de esos hechos, por caso, podría ser  la sorpresiva arritmia del todavía intendente Sáenz, en mayo de 2019, cuando ya el escándalo con allanamientos federales en la Municipalidad y en la casa de funcionarios y empresarios se había hecho público a través de El Tribuno. “Es el stress, a él le gusta estar en todo”, lo mandó a perder un médico ignorante de los dobles mensajes que estaba enviando.

Un intendente salteño puede hacer la vista gorda a las triquiñuelas de sus funcionarios -en el caso de que sean sólo triquiñuelas y también de que sólo haya hecho la vista gorda-, pero no puede sobrellevar así no más semejante escándalo mediático del diario de su ciudad, más aún si su propietario es un senador nacional y además padre de la ya candidata a sucederle.

Como la historia de la arritmia no cerraba sólo como un caso de la salud de un intendente atareado, reventaron de versiones los cafeses del centro, donde se congregan ex funcionarios que celebran todos los 29 su día, y periodistas honestos pero necesitados, entre otras clases típicas de la capital de la fe.

Lxs lectores no salteñxs deben saber que para esta gente que abunda en Salta, los cafeses del centro son más necesarios para su salud mental ciudadana, que los consultorios psicológicos de Buenos Aires para lxs porteñxs de clase acomodada. Además son más baratos.

Entre esas versiones, la de que Gustavo había recibido en esos días de internación la visita de Juan Manuel Urtubey quien, mientras le daba unas palmadas al cuerpo convaleciente,  le dijo que no se preocupe, que en la Corte todo está “atado y bien atado” y le dio un par de consejos al respecto.

También que promediando el mismo año 2019 el director del matutino independiente, Sergio Romero, acordó con Sáenz en alguna mansión de El Tipal, las condiciones de publicación del escándalo en el diario más objetivo de la Argentina y, por ende, también de las condiciones de  la candidatura del intendente a gobernador.

Todas fabulaciones de esa gente ociosa que malgasta su tiempo en los cafés del centro, a las que no habría que darle ninguna importancia a  no ser porque los fallos de la Justicia Federal y las publicaciones de El Tribuno,  no cierran ni con la mejor de las llaves inglesas, tanta agua hacen.

Pero lo que sigue ya es historia verídica, que no por eso deja de ser tan impactante como las fabulaciones de periodistas y políticos de medio pelo de los cafés del centro.

A fines de 2019 -ya se conoce- Sáenz resultó electo gobernador con la misma boleta que Bettina Romero como su sucesora en la intendencia de Salta, y el infaltable apoyo del PRO, cuyos candidatos a concejales ahora no me puedo acordar ahora.

Y lo primero que se le ocurre a Sáenz ya gobernador,  en la pandemia más furiosa, es ampliar el número de la Corte -de 7 a 9 miembros- con el pretexto de que buscaba una  mayor celeridad de la Justicia. Algún asesor debería haberle dicho que las fabulaciones de los cafés del centro son más creíbles que sus argumentos infantiles.

¿Y a quien hace nombrar en la Corte?  A nadie más, ni nadie menos que a Alejandra Gauffin, hermana de Pablo, el ex funcionario de Sáenz sospechado de tantos ilícitos que no se sabe aún si lo tiene que investigar la justicia federal o la provincial

Y a Horacio Aguilar, amigo personal de Juan Manuel Urtubey, aquel de la palmadita en la espalda de Sánez, además de ex gobernador.

Decisiones politicas que no se sostendrían en el primero mundo, y tampoco en el quinto por escandalosas, pero que no fueron cuestionadas por El Tribuno, a pesar de su republicanismo, constitucionalismo y declarado amor por la democracia y el primer mundo.

Se dirá, con inmaculados principios jurídicos, que Gauffin Alejandra  seguramente se excusará de intervenir en un caso donde se encuentre Gauffin Pablo, si alguna vez llegara algún recurso a tan alta magistratura.

Pero Pablo no necesita de su hermana: ya está bien resguardado porque la justicia provincial espera muy tranquilamente que  la Suprema Corte de Justicia decida si Bavio tuvo razón al desprenderse de parte del caso, y sólo cuando dentro de veinte años la Corte resuelva en Buenos Aires el conflicto de competencia, verá si lo investiga. Y aquí el tango no tiene razón. Es como mucho.

Así que de celeridad de la Justicia nada de nada, sino dilaciones que alimentan en los mismos cafeses la fantasía de que Pablo ya ostenta una casa de un millón de dólares en Valle Escondido, el mismo barrio precario del ex senador nacional romerista Emilio Cantarero, el mismo operador de El Tribuno y de la tarjeta Banelco cuando la flexibilización laboral de De la Rúa.

Ahora, si ud. llegó hasta aquí posiblemente se pregunte porqué el diario de Romero no quiere decirle a sus lectores que Gauffin hizo esas triquiñuelas siendo secretario de Hacienda de Gustavo Sáenz intendente.

Y no lo hace posiblemente por el “pacto de El Tipal”, historia que a esta altura ya es más creíble que los argumentos de Sáenz, el raciocinio de Bavio y la Cámara Federal y las anti periodísticas crónicas de El Tribuno. 

No es que si Pablo Gauffin prende el ventilador será necesario construir otra cárcel de Villa Las Rosas, como por ahí se dice. Es que si, en un par de tapas, El Tribuno vincula al ahora gobernador Sáenz con uno de los más grandes escándalos financieros de la historia municipal, habrá que ver cuánto puede resistir Sáenz, por más albertista que se muestre ahora o cuántas nuevas arritmias o divertículos tendrá que padecer.

Y Romero, que es un calculista del poder, todavía no quiere avanzar, pero le dice al gobernador “mirá que hasta el momento prácticamente no he publicado nada de tu caso, pero en cualquier momento, ¡porque tengo unos periodistas de listos…!”

Perdonen la largura, pero  es que les gauffines dan para todo.