noviembre 18, 2020

Guarda, se viene Bolsonaro

Por Andrés Gauffin

Hace diez u once años se inició en la “Justicia” salteña la causa conocida como las 90 hectáreas de La Ciénaga.

Nada más, un gobernador que le había hecho comprar a la Provincia 90 hectáreas para destinarla a casas de familias de escasos recursos, terminó quedándoselas él mismo, o una empresa suya si quieren.

Tiene gusto el hombre. Lindas tierras, en la falda de los cerros de Las Costas y Atocha, con mucha agua y hermosa vegetación.  

Las compró por monedas, luego de operaciones inmobiliarias tan sospechosas que un fiscal de medio pelo podría haber hecho dulce. Entre medio, el gober mandó construir la autopista de circulación oeste, con lo que llevó a las nubes el valor de sus lindas hectáreas.

Doce años después, un magistrado ignoto cuyo nombre no podemos averiguar –porque aquí la  Justicia ni es justicia ni es transparente-, decide que todo lo que se hizo en la causa  es nulo y todo vuelve a 0.  A 0.

Como sigamos así, esta Justicia a la que Sáenz se ha empeñado en darle velocidad con la ampliación del número de jueces de Corte, esta Justicia condenará a Juan Carlos Romero dentro de cincuenta años. Con mucha suerte, y si Romero ya no es senador.

Pero anoche la Cámara de Diputados aprobó un proyecto para impedir, a quienes tenga condena penal, presentar candidaturas en elecciones provinciales.

La ley de “ficha de limpia” no ha sido hecha para Romero –que será condenado dentro de 50 años-sino para algún dirigente político que pueda construir un proyecto alternativo al de la derecha más conservadora que campea en Salta desde hace décadas.

Sí, en cuanto suenen las alarmas de los sondeos favorables al político revolucionario o simplemente reformista, la “Justicia” recobrará su velocidad y lo condenará dos veces: sólo hace falta un fiscal con buenos anteojos para encontrarle una responsabilidad penal. Y no podrá ser candidato.

Claro, todo se hace en nombre de la democracia, de la libertad, del combate a la corrupción. De la Justicia. Pero quiénes enuncian tantos valores, sólo están al servicio del poder, del poder local.

Es curioso, juran combatir la corrupción, como el olmedista Zapata, pero nunca se acuerdan de los negociados de la época de Romero Gobernador. Nunca.

Un diputado de apellido Díaz dijo en el debate que la “ficha limpia”, tiene  antecedente en el Lava Jato brasileño que impidió a Lula, por una ley similar,  presentarse a las elecciones que luego ganaría Bolsonaro.

Todo está claro: cualquier dirigente que pretenda construir una real alternativa de poder para mejorar (¡sólo mejorar!) las condiciones de las trabajadoras y los trabajadores de Salta, será condenado. Dos veces. Y no podrá ser candidato. Como en Brasil.

Ahora, este gran proyecto de derecha que se está adueñando de Salta se apoya también en las declaraciones del diputado provincial Nacho Jarsún.

Ya saben que el ex Jockey Club dijo que si viviera en Brasil, votaría a Bolsonaro (¡todo cierra!). Apoyó que una turba lapidara a un hombre acusado de haber violado a una nena y promovió la pena de muerte.

Es que el odio más inhumano es otro ingrediente de este brebaje venenoso que la derecha salteña prepara y da de tomar al pueblo.

Digan que desde Salta viene bajando una marcha aborigen. Y que en la Salta de hoy, la palabra justicia sólo tiene sentido en sus labios.